El español Rafael Nadal, el cuádruple campeón de Roland Garros que el año pasado cayó prematuramente en octavos de final del torneo, aseguró hoy que su Grand Slam de París "empezó hace bastante tiempo, no esta semana".
Tras unos días en Mallorca, donde ha entrenado un poco y ha sacado tiempo para jugar al golf, aunque no para la pesca, su otra gran afición, Nadal aterrizó hoy en París donde acelerará su preparación y donde mañana conocerá el cuadro que le espera si quiere llegar a la final del próximo 6 de junio.
Fiel a su costumbre, el tenista se alojará en el recóndito hotel en el cada año descansa cuando disputa el Grand Slam de París, sin que la derrota del año pasado ante el sueco Robin Soderling -que le privó de su quinta Copa de los Mosqueteros- le haya hecho cambiar de hábitos.
En un excelente estado de forma, tras ganar Montecarlo, Roma y Madrid, los Máster 1.000 de tierra batida, superficie en la que este año aún no ha perdido ningún partido, Nadal llega además con la dosis extra de confianza que le aporta haber derrotado el pasado domingo en la Caja Mágica al número uno del mundo, Roger Federer.
La receta para vencer al mejor tenista de la historia es sencilla: "Jugar a tu mejor nivel y esperar que Roger no tenga un buen día", resume Nadal, quien no quiere conceder demasiada importancia a su último triunfo sobre el suizo, aunque reconoce que "todas las victorias dan confianza".
En Madrid venció al helvético ante su público, un apoyo con el que no suele contar en París, aunque Nadal no se siente mal querido por la afición francesa.
"Creo que soy popular en Francia, siempre me siento muy bien aquí, cada uno es libre de apoyar a quien quiera, no es un problema (...) Entiendo al público", afirma el zurdo, que presentó el reloj que lucirá en su muñeca derecha a partir de ahora cuando salte a la pista.
La única duda que pesa sobre Nadal es el estado de sus rodillas, que truncaron gran parte de su temporada en 2009.
"No me gusta mucho hablar de mis rodillas. Así, si tengo algo malo, mis rivales no lo saben", bromea el manacorense, quien recuerda que en los últimos torneos ha estado "muy cerca" de su mejor tenis y que no está fatigado porque "es imposible estar cansado antes de Roland Garros".
Con mejores o peores sensaciones, lo cierto es que el tenista, que encadena 15 victorias consecutivas y que todavía no ha perdido un partido en tierra batida en lo que va de temporada, en París se siente "como en casa".