Una Copa llena de vida
Aliviado El Decano aplaca sus dudas ligueras en una competición que ya le sirvió de salvavidas en su anterior crisis de resultados Proeza En 210 minutos de eliminatoria nunca fue inferior a un Primera
Árbitro: González Vázquez l (gallego). Perjudicó a los dos por igual porque sencillamente es un mal árbitro.
Tarjetas: Amarillas Poli (29'), Córcoles (117') ;y por el Sporting de Gijón a Andreu (39'), Maldonado (67'), Gerard (68'), Barral (80').
Goles 1-0 (2') Barral. Balón al interior del área que el delantero gaditano aprovecha. 1-1 (29') Barrales. Cabezazo del argentino tras un magnífico centro de Pablo Sánchez.
Penaltis 1-0, Antón. 1-1, Barral. 1-1, Fuego (falla). 1-1, De las Cuevas (falla). 2-1, Emilio Sánchez. 2-2, Luis Morán. 3-2, Poli. 3-2, Carmelo (falla). 4-2, Aitor.
Incidencias: 8.000 espectadores en El Molinón. Al término de los 90 minutos reglamentarios se llegó empate a uno, lo que obligó a disputarse la prórroga y posteriormente una tanda de penaltis
Sigue adelante. En el bombo donde no estarán equipos como el todopoderoso Real Madrid, el Zaragoza de Marcelino o el Tenerife sí estará el Decano del eterno debate, al que nadie ayuda pero que durante 210 minutos de enfrentamiento contra todo un Primera División fue un oponente insuperable. Los albiazules no se plantan en octavos por casualidad, sino con total merecimiento porque tanto en la ida como en la vuelta tuvieron amplias fases de dominio del fútbol que no supieron materializar en daño real.
El choque fue raro en su inicio. Sus primeros 45 minutos pudieron servir para todo y para nada. Tendrían que haber sido determinantes si Kike Mateo hubiese acertado en las dos clarísimas ocasiones que disfrutó para desequilibrar definitivamente el encuentro. Diego Camacho lanzó otro balón a la madera y Barral fuera por muy poco. Argumentos suficientes para que los asturianos sentenciasen la eliminatoria en la primera mitad. Sin embargo, contagiados del espíritu que persigue a su oponente en las últimas semanas, se estrelló con un inspiradísimo Bernardo y su propia mala puntería para dar vida al Decano.
Cuando a la ventaja de la ida se le suma a los dos minutos un tanto más de renta, lo lógico es pensar en el desmoronamiento de los planteamientos. Así fue durante un largo trecho del choque. El gol ilegal de Barral, precedido de una acción en fuera de juego, dio alas a los de Manolo Preciado. El Sporting, con todo de cara, pudo sentenciar en una sucesión de llegadas francas que entre Bernardo y su propia ineficacia se fue al limbo. Una historia familiar para los onubenses que esta vez se aplicaron para evitarlo.
El mejor bálsamo para el Decano fue el reloj. El paso de los minutos le permitió recuperar el aliento y el pulso perdido al partido. Poco a poco fue capaz de igualar la contienda en el centro del campo a pesar de los problemas de Jesús Vázquez. Como consecuencia de este ascenso en el nivel el área asturiano dejó de ser un paraíso lejano para convertirse en un terreno cercano y conocido
Pablo Sánchez aprovechó de nuevo su oportunidad en el once inicial para reivindicarse. El gaditano realizó una magnífica acción que culminó con un centro al área pequeña. Cuéllar se quedó contemplando cómo Barrales se elevaba para cabecear al fondo de la portería local. Segundo tanto del argentino en la competición (29'). El eliminatoria era otra.
Javi López comprendió que se le presentaba la oportunidad de plantarse en los octavos de final de la Copa y no la quería dejar pasar. Movió el banquillo para tomar el mando e ir abiertamente a por la clasificación.
El técnico acertó. La entrada de Emilio Sánchez le dio el dominio de la pelota. El cuero circuló al gusto de los onubenses, aunque para ello tuvo que sacrificar a Pablo Sánchez en lugar de Aitor, quien suplió al gaditano para mantener el equilibrio ante la nueva pareja de pivotes.
El equipo creció con esta nueva configuración. La diferencia de categoría desapareció. Con un resultado que no valía a ninguno, ambos conjuntos se abrieron para buscar ese tanto que les diese el pase. El principal beneficiado fue el Decano, que tuvo mayor presencia que su oponente. Lástima que en esa fase apareciesen de nuevo los problemas para hacer gol. Con una superioridad manifiesta de los onubenses, un tanto hubiese dado por finalizado el choque.
Consciente de ello, el preparador albiazul guardó su última bala hasta el momento oportuno. Adrián Colunga, el albiazul más desequilibrante, sigue sin estar para 90 minutos y menos para dos partidos en 72 horas. Por ello entró en el último cuarto de hora, cuando aparecieron esos espacios en los que tan cómodo se siente.
Pero se rompió. Al poco de entrar comenzó a sentir molestias y su presencia fue testimonial, condenando al Recre a defender. El peso y el desgaste físico fue enorme. Esto provocó que las fuerzas flaqueasen en los instantes finales del tiempo reglamentario. Mal presagio para lo que estaba por llegar. Sin capacidad física para doblegar la defensa asturiana, no quedó más remedio que ampararse a la prórroga.
Como suele ser habitual en este tipo de eliminatorias, llegados a ese punto marcó más el miedo a perder que las ansías por ganar. Los dos dejaron pasar los minutos sin apretar más de lo necesario para cubrir el expediente. Pocas prórrogas resuelven algo. La mayoría simplemente alargan los desenlaces hasta los inevitables lanzamientos desde el punto de penalti. No fue una excepción. Con las piernas en reserva y más calambres que chispa, el azar de la pena fue la salida consensuada entre dos dignos contendientes que podían medirse eternamente sin decantar de forma clara la balanza hacia ningún lado.
En esa suerte siempre impredecible la moneda salió cara para los onubenses. La fortuna esquiva en tantas jornadas de Liga le volvió a guiñar un ojo en la Copa del Rey desde un punto de penalti que ya fue determinante en la anterior eliminatoria.