Han pasado veinte años desde que Enrique Ponce tomara la alternativa en Valencia en marzo de 1990 de manos de José Miguel Arroyo Joselito y Miguel Báez El Litri. Dos décadas en las que el torero valenciano se ha consagrado como figura del toreo y ha obtenido el reconocimiento de taurinos y aficionados con un toreo de corte clásico que le ha hecho ocupar uno de los puestos más altos en la historia de la tauromaquia gracias a su trayectoria profesional.
Pero la personalidad de Ponce no sólo se ha quedado anclada al terreno taurino sino que la sociedad le ha homenajeado en numersosas ocasiones y, con ello, le ha tomado como referencia en el mundo artístico, cultural y social. El premio más importante con que ha sido distinguido es la Medalla de Oro de las Bellas Artes otorgada por el Ministerio de Cultura. El diestro de Chiva ha sido también galardonado por su carácter solidario con la Medalla de Oro de la Asociación Síndrome de Down al igual que con la Medalla Jaime I otorgada en calidad de valenciano de referencia.
También fue nombrado académico de la Real Academia de las Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba. En definitiva, Ponce ha traspasado los umbrales de de su profesión para convertirse en un polifacético artista y en una personalidad cultural de calado y rango