El sueco Robin Soderling se impuso al checo Tomas Berdych por un marcador global de 6-3, 3-6, 5-7, 6-3 y 6-3 tras tres horas y veintisiete minutos de juego en el choque que abrió la jornada en la Philippe Chatrier. Dicen que hay trenes que sólo pasan una vez en la vida, pero el tranvía de Roland Garros pasará por segunda vez para Roland Garros. El año pasado no pudo aprovechar la ocasión al caer derrotado por el suizo Roger Federer. Esta temporada tendrá que vérselas en la gran final ante el español Rafa Nadal.
El partido comenzó mal para Berdych, que salió frío a una Pista Central ocupada con el 25% de aforo. Cedió la primera manga en 33 minutos de juego a favor de un Soderling 'enchufadísimo', sobre todo con su servicio con el que sólo cedió siete puntos. Parecía intratable el sueco, cuya derecha se convertía en cañón donde lanzaba misil tras misil. Un sólo break en el sexto juego del primer acto le fue suficiente al nórdico para tomar ventaja en el partido. Una renta que se fue igual que llegó. Fue Berdych quien tomó las riendas del partido en el segundo set, donde Soderling acusó su escaso porcentaje de efectividad con el segundo servicio (33%), situación que aprovechó el checo para devolverle el parcial de 6-3.
Berdych dejó escapar su renta
Serio e impertérrito como si con él no fuera la cosa, Berdych no es de esos jugadores que tenga feeling con el público. "Mi objetivo no es ser popular. De hecho me tiene sin cuidado. Es una linda sensación ver tu foto en la portada de los diarios porque es una recompensa por tu trabajo y los sacrificios que has hecho a lo largo de tu carrera, pero no es algo que busque a toda costa. Yo sigo siendo el mismo, me comporto naturalmente, y si la gente me aprecia está bien y si no…", señalaba desafiante el checo a la página web del torneo. El de Valasske Mezirici volvió a tomar ventaja en el tercer set con un break en el tercer juego, renta que en esta ocasión no pudo consolidar al ver como Soderling igualaba la contienda una vez llegados al ecuador del set. El de Tibro tuvo opción de volver a dar la vuelta a la tortilla (desaprovechó un 15-40 en el octavo juego), pero acabó pagando su irregularidad. Berdych, cuando peor estaba, logró una ruptura en el undécimo juego para resolver el set luego al servicio.
Berdych acabó agotado el choque.
Llegados al cuarto set, las gradas de la Chatrier ya estaban repletas. El público francés repartió aplausos por igual, dando buena cuenta de que el tenis tiene poca memoria histórica. Nadie pareció acordarse de los rifirafes de Berdych con Fabrice Santoro en Wimbledon 2006 o con Michael Llodrá en Roland Garros 2008. El checo pudo romper el partido en el juego inicial, donde desaprovechó una bola de break, y luego acusó una nueva ruptura de Soderling en el sexto. Los intercambios desde el fondo de pista eran cada vez menores y los errores no forzados predominaban sobre los golpes ganadores. La manga se la llevó quien más arriesgó, el sueco, que forzó el quinto y definitivo.
"Robin es la persona más competitiva que he conocido", rezaba en la previa Robert Lindstedt, compañero y amigo de Soderling en referencia al 'Top-Ten' mundial. No quiso dejar mal a su compatriota y luchó cada punto del quintoset como si fuera el último del partido. Logró un break en el juego inicial que sin embargo no supo ratificar, pues Berdych logró un contrabreak, pero dio sensaciones de poder quebrar a su favor el encuentro cuando conectara tres derechas consecutivas. Fue consumiendo el partido hasta que en el séptimo juego logró una nueva ruptura que ya resultaría definitiva. Antes de llegar a las tres horas y media de juego y de nuevo al resto, Soderling selló su pasaporte para la gran final. Otro compatriota de Robim Mats Wilander, avisaba: "Soderling está listo para ganar un Grand Slam, ha madurado mucho". Tendrá que demostrarlo el próximo domingo.