El toreo de capa, tan apagado y casi desaparecido en esta época, ha renacido para encumbrarse en un quite antológico que Daniel Luque y Morante de la Puebla bordaron en el tercer toro. De repente, cuando la tarde transcurría anodina y sin fuelle, apareció ese bravísimo ejemplar de Cuvillo, de nombre 'Relatero'.
Luque, a quien correspondía su lidia y muerte, se decidió a hacer su quite por chicuelinas ajustadas. Luego Morante se entretiene en recrear el toreo a la verónica. Nos regaló una auténtica antología. Qué manera de embarcar al toro en los vuelos del capote, qué sentimiento en el corazón del torero cuando se fundía con el toro para componer una escultura. Luque replica con otra tanda de verónicas ceñidísimas y rematadas por bajo, como los buenos. No se inmuta e invita a Morante a otro quite. Y el de la Puebla se saca de su capote unas chicuelinas que dejaban su condición de lance de adorno para convertirse en unos lances fundamentales, llevando al toro cosido al percal, girando levemente sobre los talones para rematar la tanda.
Parecía que no podía haber réplica posible a esa maravila. Nos equivocamos porque Daniel Luque quiere dejar constancia de sus posibilidades, de que se puede contar con él, de que es un torero de casta y entonces se ciñe en chicuelinas angustiosas. La plaza en pié aclamaba a ambos toreros cuando se daban la mano como rivales que se sabían empatados en una hermosa pugna. Ah, y para el recuerdo nos quedarán las medias verónicas que ambos toreros bordaron para abrochar los lances. ¡Qué maravilla!.
También estaba por allí Cayetano. No quiso parecer un convidado de piedra y en el segundo toro de Morante, acordándose de su apellido Ordóñez, se plantó ante el de Cuvillo y provocó su embestida para ejecutar una larga cordobesa de las que hacía muchos años no veíamos en una plaza de toros. Luego se echó el capote a la espalda y se creció en unas gaoneras pasándose el toro por la faja, con torería y muchos redaños.
Con todo lo anterior estaba escrita de sobra la historia de una Corrida de la Beneficencia en la cual las faenas de muleta no pasaron de discretas. Ni Morante, ni Cayetano, ni Luque pudieron rematar su tarde. Muchos pases a la sosa corrida de Núñez del Cuvillo. Más cantidad que calidad. Pero esta vez se puede perdonar porque la antología del toreo de capa nos redime de tanta vulgaridad y de la mediocridad insoportable que nos ha abrumado en esta larga serie de San Isidro y Aniversario