Tiene un 'nosequé' en las distancias cortas que te lo llevarías para casa. Tiene ángel y un don natural para ir en moto. Solitario y algo huidizo en el pasado, Julián Simón (Villacañas, 1987) tuvo que descender a un infierno del que ha salido de un modo celestial. Él, que pensaba que bajar a 125 era sinónimo de carrera frustrada, es campeón. De motos y de buena persona.
PREGUNTA. Julián ya es número uno del mundo...
RESPUESTA. Estoy muy contento de haber entrado en la historia del motociclismo como campeón y de poder decir que he ganado el Mundial y hemos completado un año muy bonito.
P. Después de un camino tortuoso ha encontrado la felicidad. ¿A qué sabe?
R. La felicidad es un estado muy especial, pero en ese estado también te acuerdas de cuando estabas mal, de lo que has sufrido, de que has tenido que ser paciente y que al final has hecho lo correcto, en mi caso haber bajado a 125.
"Soy un poco antihéroe, prefiero ser yo, ser natural, me ha funcionado siempre"
P. Usted es muy humilde, quizás demasiado. ¿Se cree ya que es un piloto muy bueno?
R. Sí, por supuesto, me lo creo. Pero he de reconocer que en mi carrera deportiva uno de los problemas principales ha sido ése, no creérmelo, que puedo ser bueno y aspirar a cosas grandes.
P. Ha hecho bueno el refrán de que a veces hay que dar un paso atrás para tomar impulso, ¿no?
R. Sí, sin la ayuda y el empuje de Gino Borsoi, Aspar y Ricard Jové, mi mánager, no hubiera aceptado mentalmente regresar a 125. Ellos me convencieron de que por el pilotaje y por la experiencia podría hacer un gran resultado. Y han acertado, aunque no ha sido fácil. Mis primeras vueltas con esta moto fueron complicadas. Pensé: "buffffff...". Pero mira ahora.
P. ¿Realmente usted necesitaba tanta ayuda?
R. Sí, y haber conocido a mi mánager, que se preocupa por mí deportiva y personalmente, y a Aspar me ha hecho ver que la unión de un equipo es el camino para ganar y estar cómodo encima de la moto. También el hecho de volver a casa, entrenarme como hacía de pequeño, haciendo mucha moto, cross, supermotard y tener una buena estabilidad, con mi novia y mi familia, han hecho que me lo fuera creyendo.
P. ¿No va siendo hora de que Simón se dedique esto a sí mismo?
R. Bueno, yo lo disfruto y sólo yo sé lo que he sufrido para conseguirlo, no hace falta que me lo dedique. ¿Sabes qué pasa? que he aprendido a estar solo y cuando las cosas me han ido mal me lo iba tragando solo, y la gente que me quiere intenta que no sea tan cerrado y me exprese más. Me gusta dedicarle a la gente todo aquello que consigo porque para mí ellos son los que me soportan.
P. ¿Y qué se ha sacado de dentro Julito con este título?
R. He podido romper esas dudas sobre mí mismo, sobre el pilotaje o mi potencial. Siempre tienes dudas de que igual no eres tan bueno como esperas. Yo, además, he tenido patrocinadores como Repsol, buenas marcas como KTM y Honda, pero no había podido cuajar. Me saco eso y ahora puedo decir para el resto de mi vida que soy campeón del mundo.
"Cuando volví a 125 pensé 'joder, igual no vales para esto"
P. ¿Se imagina ya en Villacañas?
R. Sí, me gustaría poder abrazar a todo el pueblo, ya lo haré.
P. ¿A quién echa en falta en estos días de celebración?
R. Pues a mi padre. Mi padre ha sufrido mucho. Desde pequeño, perder a mi madre fue muy duro para él y luego, cuando yo me inicié en las motos y me tuve que marchar, también. Pero ver las ganas y la ilusión que yo tenía le han hecho tirar para adelante siempre. Me gustaría poder abrazarle para festejar esto con él.
P. ¿Es Simón un antihéroe? No lleva tatuajes, no tiene extravagancias, es demasiado normal...
R. Sí, un poco sí. Pero yo soy así. Para mí es más bonito ser natural y ser yo mismo. Si me ha funcionado hasta ahora, ¿por qué no lo puede hacer más veces?.
P. Hay quién dice que campeón del mundo de las buenas personas ya lo es desde hace tiempo.
R. [risas]. Bueno, aún tengo que mejorar en muchos otros aspectos. Por ejemplo, siempre me cuesta creerme que soy bueno en lo que hago. Ahí es donde tengo que esforzarme, pero yo creo que ser una persona educada, respetuosa, también te aporta cosas y te abre puertas.
"He aprendido a estar solo, pero me piden que no sea tan cerrado"
P. Su vida no ha sido fácil. ¿Eso ha tallado su personalidad?
R. No, yo me siento más que afortunado. Desgraciadamente, mi madre falleció, pero por suerte tuve a una tía que me acogió y a un padre que me quiere mucho. Además, tuve la fortuna de tener un tío al que le gustaban las motos y que me transmitió su pasión.
P. ¿Por qué Julito y no Julián?
R. Por mi padre. También se llama Julián y a él de siempre le han llamado Juli. Y a mí, claro, Julito.
P. Del piloto ya sabemos mucho. ¿Cómo es el chico de Villacañas?
R. Como otro cualquiera. Pero me gustan tanto las motos que siempre estoy liado con ellas, o sea que tampoco tengo una vida demasiado normal. Siempre estoy liado con el motocross o el supermotard. Me cuesta mucho desconectar y por ello tampoco llevo una vida como me gustaría para la edad que tengo. Pero tiempo tengo para los amigos y nos gusta reunirnos, charlar, ver películas, beber algo... Como cualquier joven.
P. ¿Alcohol también?
R. Alguna vez. [risas]. No regularmente, ¿eh? Alguna copilla de cuando en cuando.
P. Con tantas vueltas por el mundo, ¿su pueblo de Toledo es un refugio?
R. Sí. Además viví la experiencia de irme a Barcelona a vivir durante seis años y no paraba de ir todos los fines de semana a casa.
Fui a una residencia de estudiantes y yo iba con otra idea. Yo iba a entrenarme y me enfrenté con gente de 25 ó 26 años y fue difícil. Estaba para formarme un poco como persona y para estar cerca de Alberto Puig, que en ese momento era la persona que un poco me tutelaba deportivamente.
P. ¿Quién le metió en la cabeza que el motocross no era lo suyo?
R. Nadie. Todo el mundo que estaba a mi lado pensaba que podía haber sido un buen piloto de motocross. Lo que pasa es que en ese momento mi patrocinador, Artevi, me comentó la posibilidad de probar en velocidad porque mediáticamente era lo mejor y ellos conocían mejor ese mundo. Nos apuntamos en la Copa Aprilia y ahí comenzó todo.
P. ¿Fuera de las motos, existe algo para usted?
R. Uhmmm... Estar con mi equipo [risas]. No sé, estar con mi novia, mis amigos y disfrutar de la vida al máximo. Hubo un tiempo en el que estaba más hundido y eso me ha enseñado ahora a vivir el día a día a tope.
"No soy de tener ídolos, pero de tener uno, es Valentino"
P. ¿Cuándo fue consciente de que su mundo tenía motor y dos ruedas?
R. Pues no lo sé, pero según me cuentan, a los dos años y medio ya me subía a una moto y a los tres empecé a practicar. Yo me di cuenta de que no iba mal a los ocho años, cuando empecé a ver que ganaba carreras a nivel regional y nacional. Ahí empecé a tomármelo en serio.
P. ¿Y su familia se lo permitió?
R. Sí, sí... Mi padre siempre me apoyó, aunque él se mantuvo al margen porque siempre me llevó mi tío. Lo pasaba mal cuando me caía pero se acostumbró a que cada domingo venía con alguna copa, lo que era síntoma de que esto funcionaba.
P. ¿Julito tenía que haber explotado antes en el Mundial?
R. Sí, pero en 250, por razones físicas, y en 125, quizás por falta de motivación, pues no pude.
P. ¿Y en algún momento se planteó dejarlo?
R. No, hasta ese punto no, pero sí me he cuestionado muchas veces si estaba capacitado. Sobretodo cuando me plantearon bajar a 125. Ahí pensé: "Joder, igual no sirves para esto". Pero hice un esfuerzo mental, me operé del brazo y las cosas dieron un vuelco.
P. Se oye por ahí que Simón ya está capacitado para MotoGP.
R. Aún queda mucho. Ahora Aspar y Gino han apostado por mí para Moto2 y ése será nuestro reto. Yo, personalmente, estoy muy convencido de que lo haremos bien, soy más maduro.
P. Todo el mundo tiene unas referencias en la vida. ¿las suyas?
R. Deportivamente, mi ídolo siempre ha sido Valentino. Cuando pasé a 250 estaba con la misma moto de Pedrosa y él era un poco la referencia. Pero no he sido yo muy de tener ídolos.