Si el Real Madrid cierra otro de los grandes culebrones del verano, el fichaje de Mesut Özil, el preparador blanco, José Mourinho, se enfrentará a un problema de sobrecarga en la mediapunta. Para él, será un bendito problema, para la directiva, un dolor de cabeza.
El talentoso jugador germano puede moverse con solvencia por ambos costados o retrasar su posición hasta el mediocentro, pero su hábitat natural es, sin duda, el espacio que queda justo detrás de la delantera por su facilidad para dar el último pase y por su capacidad de llegada.
Para cubrir esas funciones, el conjunto merengue ya cuenta con el brasileño Kaká (al que se espera de vuelta a finales de año), el holandés Rafael Van der Vaart y los españoles Esteban Granero y Sergio Canales. Si se completa el fichaje del futbolista del Werder Bremen serían cinco especialistas para cubrir un puesto. Demasiados.
Y llegados a este punto, el diario As, asegura que la cuerda se rompería por el jugador neerlandés. La razón hay que buscarla en su aún considerable prestigio, circunstancia que permitiría encontrar con cierta facilidad un equipo capaz de pagar una cantidad razonable por su compra.