El Caja Laboral es el nuevo rey de la ACB. Contra todo pronóstico, el conjunto vitoriano dio una lección de humildad a todos aquellos que denostaban la ACB, que pensaban que sería una liga de dos y que creían que nadie sería capaz de hacer sombra al Regal Barça.
Con corajes, garra, trabajo y, como dijo Splitter, MVP de la final, "muchos cojones". Así se explican las lágrimas de Marcelinho Huertas al final del partido o la rabia de Fernando San Emeterio, el hombre del año en el baloncesto español. De su mano salió el tiro libre que daba la victoria al Caja Laboral, el tiro que suponía la caída de un gigante imbatible hasta ahora.
Con siete segundos por jugar, Basile falló el segundo de sus dos tiros libres. El Caja Laboral estaba dos abajo en el marcador y San Emeterio enfiló el aro. Recibió la falta de Terence Morris, pero el cántabro se rehízo para anotar una canasta desde debajo del aro que empataba el partido y valía un título que refrendó anotando el tiro libre adicional.
La derrota del Regal Barça fue inapelable, con un 3-0 que todavía cuesta escribir y creer. Dos victorias en el Palau Blaugrana y confirmación de la machada en Vitoria, ante su afición. Es, una de las mayores sorpresas del deporte espanol en los últimos tiempos y entre las más grandes que recoge la historia de la ACB, comparable al título de aquél histórico TDK Manresa.
Hoy, el Caja Laboral sacó su mejor traje, el de equipo grande de Europa. Ahora le toca festejar un triunfo que pudo haber llegado sin el milagro de San Emeterio. Con empate a 66 en el marcador y el tiempo agotándose, Eliyahu lanzó, o más bien soltó el balón, como llevaba haciendo todo el partido con un éxito espectacular. El balón fue taponado por Terence Morris y la polémica estalló en el Buesa.
La sensación general es que ese balón estaba bajando y que el tapón de Morris debería haber sido declarado como ilegal. El tiempo esta vez sí hizo justicia, porque esa canasta, que hubiera supuesto el triunfo del Caja Laboral, fue devuelta por el destino en las manos de Fernando San Emeterio cinco minutos de juego más tarde.
Ni la resurección de Ricky Rubio en la prórroga ni el 0-9 que anotó el conjunto azulgrana en el tiempo extra fue suficiente. El título era, merecidamente, vitoriano.