El Juli en Madrid, con los toros de José Tomás

El sábado se dio en Las Ventas la última corrida del abono San isidro–Aniversario. Un cierre tardío, tramado así por exigencia de José Tomás, anunciado dos veces en junio, lo que agotó el boletaje antes de que se cayera de ambos carteles, víctima de aquella cornada brutal de Aguascalientes.



La tarde nació gafada

Día lluvioso, demoras en el retiro de la cubierta de protección y un lleno sin apreturas, como indicio de que hubo devolución de entradas por los tomasistas más recalcitrantes. Y eso que el cartel no desmerecía, pues para suplir al ausente se llamó a El Juli, en su año cumbre hasta que llegó a Madrid, con su público hostil y un estoque extrañamente mellado como para impedirle cobrar más de un apéndice que, de todos modos, el siete habría discutido con acritud, o la presidencia negado por pura terquedad. El sábado, ambos inconvenientes tuvieron ocasión de manifestarse.



Antecedentes

Dentro de la medida administración que el idolatrado torero de Galapagar está llevando a cabo desde su reaparición hace tres años, un par de tardes brillan con luz propia: las de los días 5 y 15 de junio de 2008 en Madrid: en la primera enloqueció a la afición y les cortó cuatro orejas a los de Victoriano del Río; en la otra, un marrajo de El Torero le infligió tres cornadas, pero él se mantuvo en la arena hasta sumar otros tres apéndices, a trueque de cambiar la puerta grande por la de la enfermería. Y de pasar automáticamente a la historia mayor de Las Ventas, donde ningún otro diestro posee registro semejante. Tras dejar que pasara 2009 sin intentar una reedición de tal hazaña, este año el de Galapagar se había anunciado de nuevo en la capital. Pero la cornada de “Navegante” en el coso hidrocálido redujo a cenizas el proyecto.



Torazos

Sin embargo, la empresa madrileña mantuvo el cartel sabatino tal como lo había dejado la administración de José Tomás: mismos alternantes (Manolo Sánchez y Alejandro Talavante) y mismo encierro que su gente reseñó en el campo. Los seis de El Ventorrillo, grandes y con afiladas cornamentas, dieron sobre el lodo lidia de bravos, propinaron media docena de tumbos y tuvieron aceptable comportamiento después. Destacarían por trapío el cuarto, un castaño imponente al que mandó masacrar en varas un más que prudente Manolo Sánchez, y el sexto, con sus buenos 617 kilos. Y al menos los tres primeros resultaron muy aprovechables.



El Juli

En su tercera actuación del ciclo, topó Julián con los problemas de siempre. Sin embargo, debieron darle la oreja del primero, al que lanceó con firmeza, lidió muy bien –tiene la cuadrilla mejor conjuntada del dilatado elenco hispano– y muleteó con absoluto dominio. “Era un toro con buen embroque, al que le faltaba un pasito más para ser excelente”, afirmaría después el matador. Lo cierto es que la maestría de El Juli ayudó al ejemplar a verse mejor de lo que en realidad era. La faena, de perfecta estructura y a base de muletazos que alargaban la corta embestida, transcurrió seria y sin concesiones y concluyó a volapié neto, la espada ligeramente desprendida según los que llevan lupa a la plaza. Entre ellos el juez, que le negó una oreja unánimemente solicitada.

Con el quinto, sosote, El Juli acusó el golpe anímico y tiró a abreviar. Y como pinchó mucho y mal, la pita fue considerable. Con lo que su suplencia de José Tomás, equivalente en el papel, terminó desmereciendo bastante en los hechos.



Esa espada

De Alejandro Talavante se habló en un principio como el más aproximado sucesor de la tauromaquia tomasista –no en balde su mentor era Antonio Corbacho–, y de hecho, cubrió una primera temporada como matador poco menos que soñada, con puertas grandes en Madrid y Sevilla, para empezar. Pero el encanto se esfumó pronto, coincidiendo con la reaparición del original. Se decía, incluso, que JT se negaba a alternar con él, presumible razón por la cual lo hizo incluir en este cartel madrileño. La alternancia no se pudo dar, pero Talavante tuvo una muy digna actuación, sin el sinsabor de la continua repulsa de los ocupantes del tendido siete que debió afrontar El Juli, y contando a favor con la colaboración del mejor toro de la tarde, “Marqués”, que resistió una larga faena, en la que el extremeño lució muy recuperado, en el estilo ceñido y seco, de mano baja y planta muy quieta, que hace no tanto lo elevó a la cumbre. Lo malo es que la espada lo sigue traicionando. Ahora fue el verduguillo, tres intentos de descabello que le arrebataron una oreja segura. Pero dio la única vuelta al ruedo de la tarde, antes de cerrar el abono ante un animal grande y soso al que despachó con prontitud.



Balance

El abono así clausurado debe ser el peor en la historia de Las Ventas. Un solo triunfador neto, el rejoneador Diego Ventura (nueve orejas y dos puertas grandes en tres presentaciones), y entre todos los matadores apenas siete orejas cortadas.

Y para colmo, sin José Tomás como tabla de salvación.