En el ranking que la revista Screen elabora a lo largo del festival, Outrage, la cinta de Takeshi Kitano, ocupa el último lugar. Entre otras críticas, se le achaca un tono liviano que no viene a cuento y un humor negro fuera de lugar. Unas críticas que, conociendo los orígenes de Kitano, dan por sentadas que Humor amarillo no se encuentra entre las aficiones de los firmantes.
Pero a Kitano, las puntuaciones y las críticas le importan más bien poco. "Cuando vine en 1999 con El verano de Kikujiro todo el mundo decía que iba a ganar algún premio importante. Al final no gané nada y me llevé una decepción. Así que cuanto antes se acabe el festival, mejor", bromea en una sala del hotel Martinez.
La carrera cinematográfica de Kitano, a estas alturas, está más que consolidada. Lejos quedan los días en los que presentaba Humor amarillo y marcaba a una generación entera de jóvenes en nuestro país con el chino cudeiro, las zamburguesas o el laberinto del chinotauro. Kitano se ha labrado una realizador como director, como autor, por cintas como Hana-Bi, El verano de Kikujiro o Dolls, por citar tres ejemplos completamente diferentes de su cine.
'Outrage' es su primera cinta de yakuzas desde el 2000, cuando rodó 'Brother'Pero si un género interesa al nipón, es el de yakuzas. Sus cintas de mafiosos tienen una legión de seguidores y desde Brother, en el 2000, Kitano no había vuelto a rodar una. Para explicar este regreso después de tres cintas (Takeshis, Glory to the filmmaker! y Achilles and the tortoise) con un registro muy diferente, hace un símil culinario: "Después de llevar comiendo lo mismo durante una temporada me apetecía volver a probar mi plato favorito".
Pero avisa que volver sobre sus pasos no significa repetir antiguas fórmulas: "No quiero hacerlo. Me he tomado mucho tiempo para cambiar. En Outrage hay más acción, más comedia".
Kitano suele protagonizar las películas que dirige. Un hecho que no le supone ningún problema. "Como soy el director y sé lo que quiero hacer, no tengo problemas en trasladarlo a la pantalla", comenta. ¿Las ventajas? "Yo decido siempre si una escena es válida o no, sea buena o mala", ríe.
Cineasta y pintor
Además de su labor como cineasta, también se dedica a la pintura. Desde marzo de este año, y hasta septiembre, expone en la fundación Cartier de París una selección de su obra. "Me cogió totalmente por sorpresa", asegura. Su afición por la pintura llegó después de un grave accidente de motocicleta. "Tenía tiempo libre y había oído historias de pintores que se habían dedicado a ello en circunstancias similares, así que decidí coger la brocha", explica.
El accidente que a punto estuvo de costarle la vida le hizo replantearse la vida. "En aquel momento estaba en la cima, creía que no tenía nada más que hacer en la vida, que podía morir en cualquier momento. A partir del accidente me tomé la vida con otra perspectiva. Lo que estoy viviendo ahora es una especie de bonus a lo que ya he vivido", sentencia el padre del Chino cudeiro.