Poca poesía y mucho sudor, al galope y sin cuartel. Por sensaciones, Rafael Nadal va recobrando la confianza. En una estampida eléctrica, espasmódica, emotiva, Nadal superó el cruce con David Ferrer, durísima batalla de desgaste o de atrición que duró dos horas menos tres minutos.
Nadal sentenció a Ferrer (dos veces semifinalista en Miami) con un decisivo parcial de 5-0 a partir del 6-5 favorable en el primer set para Ferrer. En la muerte súbita de esa manga inicial, Ferrer mandaba por 5-4, pero Nadal pasó al frente por corazón y piernas y por un segundo saque que Ferrer se tragó, pillado en pleno movimiento. Ferrer no encontraba palabras para fustigarse. Se desahogó lanzando al pasillo un golpe a media pista que le costó el set, un set de acero, un infierno de hora y ocho minutos.
Nadal creció, Ferrer se hundió y el segundo set amaneció con 3-0 para Rafa, que bajó el pistón y permitió el regreso de Ferrer: 3-3. "Comprendí y supe aceptar la situación", analizaría Nadal, que controló el servicio para irse a 4-3. Luego fue 5-4. Y, para apuntillar, Rafa remató con un juego admirable en el que, literalmente, saltó sobre el servicio de Ferrer. En el segundo match point, sentenció con un resto ganador