El Valencia Basket Club confirmó esta tarde en Fuenlabrada su candidatura opositora a la aristocracia de la Liga ACB al vencer (67-82) tras un partido disparatado a un equipo local que sólo tuvo como recurso su orgullo y al que los últimos resultados lo devuelven a su realidad presupuestaria.
Los partidos se pueden contar desde lo estrictamente estadístico y, en no pocas ocasiones, los números son reflejo de la tozuda realidad. A saber, hasta el descanso el Fuenlabrada fue un desastre y se explica tras un somero repaso a su guarismos.
El equipo madrileño sólo fue capaz de sumar 11 puntos de valoración, en los que se engloban un irrisorio porcentaje en tiros de dos puntos (19 por ciento) y un no menos insuficiente acierto en el triple (25 por ciento).
Aún más, en el equipo dirigido por Luis Guil sólo habían anotado tres jugadores, cuatro si sumamos una residual canasta de Laviña, y su gran estrella, el escolta estadounidense Gerald Fitch, máximo anotador y jugador más valorado de la competición estaba inédito.
Por su parte, el Valencia ofreció un meritorio trabajo de erosión defensiva y un acierto anotador un poco más alto de lo normal. Así, sin alardes, con el base estadounidense Thomas Kelati y el pívot ucraniano Serhey Lishchuk como abanderados en la ofensiva se marcharon a los vestuarios con 47 puntos más de valoración (58) y, lo que es más importante, con un diferencia que se observaba insalvable (24-46).
La segunda parte, que se intuía hasta aburrida, se tornó en tormentosa, y en la tempestad sacó rédito el Fuenlabrada. El alero israelí Burstein, cada día mejor, empezó a tirar de sus compañeros a base de triples, bien secundado por otro 'desaparecido' en la primera parte, el base estadounidense con pasaporte polaco Chris Thomas.
Las citadas conversiones de lanzamientos de tres puntos, una defensa racial, un ambiente caldeado por la poca sintonía entre árbitros y público más la 'dimisión' colectiva del Valencia, que no quería entrar en riñas, transformó el panorama.
Tal es así que al final del tercer cuarto se llegó con 51 a 64...
y lo peor estaba por llegar para los visitantes.
El citado Fitch, renqueante de un golpe en la rodilla izquierda tras una caída en el segundo cuarto, anotó tres triples seguidos superando a una defensa visitante que aún se reponía de la sorpresa.
Lo imposible empezaba a cobrar sentido y a algo más de cuatro minutos para el final, el Fuenlabrada se colocó a cuatro puntos y con posesión de balón (62-66), pero hasta ahí llegaron.
Rafa Martínez, el escolta catalán del equipo valenciano, tomó responsabilidades y cortó la reacción adversaria con una canasta y dos tiros libres (no ha fallado un sólo lanzamiento en las seis jornadas ligueras). El Fuenlabrada, carente ya de fuerzas y escaso de paciencia, ya sí se vio perdedor y entregó un partido que nunca hubiese merecido ganar.