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Un empate inesperado contra el rival más débil del grupo, el modesto Apoel, alargó la crisis del Atlético de Madrid, que trasladó sus decepciones de los últimos encuentros al inicio de la fase de grupos de la Liga de Campeones, en un duelo en el que sólo se sintió superior a su rival en la segunda parte.
En ese tiempo sí generó ocasiones suficientes para haber decantado el partido a su favor, pero se estrelló contra Dionisos Chiotis, el portero del conjunto chipriota, prácticamente inadvertido en la primera mitad, pero un muro insuperable en las numerosas ocasiones de los rojiblancos tras el descanso.
Nada que ver con la primera parte, en la que el Atlético no generó ni una ocasión en 24 minutos. De su improductivo dominio del balón, bendecido por el Apoel para preparar un repliegue de diez hombres por detrás de la pelota, surgió un arranque difícil para el conjunto rojiblanco, ahogado por la presión de su rival.
No se sentía cómodo el equipo madrileño, que estrelló durante buena parte de la primera mitad su limitado fútbol contra el trabajado planteamiento táctico del bloque chipriota, que incluso se atrevió, con velocidad y descaro ofensivo, a lanzarse al ataque con más convicción que el Atlético, impreciso en todas las líneas.
De hecho, la primera ocasión fue del Apoel, al que le bastó un centro desde la banda derecha del polaco Kosowski al segundo palo y un remate de Charalambides libre de marca, salvado por Sergio Asenjo, para demostrar que no había viajado al Calderón de fiesta, sino a disputar un partido, e intentar ganarlo, de 'Champions'.
En el otro área, el Atlético tardó demasiado, 24 minutos, en probar al guardameta rival con un disparo centrado de Forlán. Su única noticia ofensiva hasta ese momento en un partido espeso, en el que la única claridad entre el sombrío juego local llegaba en sus intermitentes acciones de ataque, donde Chiotis evitó el 1-0 ante el argentino 'Kun' Agüero y, después, hizo lo propio ante Jurado.
Aun así, vista la primera mitad, el 0-0 apareció como un buen resultado para el Atlético, sobre todo cuando Charalambides, que ya había perdonado en el minuto siete, malgastó una ocasión inmejorable al borde del descanso. Con todo a su favor, solo en el área, con un centro raso medido y con Asenjo batido, falló un remate muy fácil.
Estará recordando esas dos jugadas durante toda la noche, quizá mucho más tiempo, porque el duelo entró en la segunda mitad con un Atlético más enchufado, más incisivo en su ataque, que ya no concedió ocasiones a su rival y que encerró con el paso de los minutos a su contrincante con un puñado de oportunidades.
Un disparo de Jurado, dos de Forlán, una falta lanzada por Simao y un balón que se paseó por la línea de gol del Apoel sin encontrar rematador dieron confianza al conjunto rojiblanco, que se encontró con el portero rival, Dionisos Chiotis, que respondió a todos esos intentos con tanta seguridad como agilidad.
En esos instantes ya había irrumpido Jurado como medio centro. Su inclusión en la creación del equipo, tras una primera mitad en la banda derecha, dio credibilidad y calidad al juego del Atlético, a contrarreloj para conquistar una victoria importante en sus opciones de alcanzar los octavos antes de medirse a Chelsea y Oporto.
No fue suficiente el empuje de la segunda parte del Atlético. Tampoco dos trallazos de Forlán, las últimas opciones del equipo rojiblanco, que arrancó la fase de grupos de la Liga de Campeones con la desilusión de un empate sin goles contra el rival más débil del grupo.