Los tres españoles entraron en la final de los 1.500 metros silbando. Aunque cada uno a su manera y a su ritmo.
Manolo Olmedo lo hizo en una carrera a su medida, dominada por el británico Andy Baddeley, el líder europeo del año, en 3:41.46. El sevillano se cobijó en la cola del grupo hasta que quedaban 800 metros. Lo mejor fue su sensación de control, de serenidad, mirando las pantallas, una advertencia a sus rivales de que si no aprietan lo van a tener crudo con su eléctrico final. En la otra semifinal, también sin apreturas, Reyes Estévez, que llegó a la recta detrás del británico Tom Lancashire y Arturo Casado, se dio el gustazo de ganar (3:40.86) en su casa.
Casado, incomprensiblemente, con la plaza asegurada, volvió a acelerar para pegarse a Reyes. Mensajes subliminales. El catalán, espoleado por las interminables muestras de cariño que dice encontrar entre el público, no quiere oír hablar de 'tripletes' ni nada por el estilo. «No pienso en eso ni en rivales. Somos doce y entre todos nos vamos a jugar las medallas».
La escasa competencia convirtió las semifinales en un trámite relajado. No hay una gran batería de 'milleros' en Europa y todo indica que españoles y británicos se van a repartir las medallas en la final de mañana, uno de los momentos culminantes de estos Campeonatos de Europa en Barcelona.
La donostiarra Naroa Agirre quedó eliminada en la calificación de pértiga con una marca de 4,25 metros y, por primera vez en los tres europeos en los que ha competido, no estará en la final del concurso. Para acceder a la lucha por las medallas se pedían 4,40 metros y ninguna de las dos españolas -tampoco Anna Pinero, que se quedó en 4,15- pudo acercarse a esta marca, aunque se pasó con cinco centímetros menos.
La marcha volvió a quedarse en blanco. María Vasco, líder del trío español, se retiró nada más doblar la bisagra de los 20 kilómetros marcha, y Bea Pascual, su heredera natural, lo intentó hasta la extenuación, pero se quedó en un meritorio quinto lugar. María José Poves fue undécima.