El de ayer no fue un partido tan redondo como el de Bélgica, pero sí tuvo ráfagas excelentes. Debió acabar
con más goles, pero Torres no tiene en este equipo la eficacia del Liverpool. No ha marcado en esta fase de
clasificación ni un gol. Si no fuera por el golazo de la final ante Alemania, estaría incluso cuestionado.
Pero sus goles se los pueden repartir entre muchos otros. Ayer marcaron tres que ante Bélgica no fueron titulares:
Cesc, Cazorla y Mata. Cesc, por cierto, hizo un primer tiempo colosal, en el que por fin le vi suelto y dueño de todos
sus recursos en la Selección. Necesitaba una cosa así.
Del Bosque puede estar satisfecho. Son, desde que llegó, dieciséis victorias y una sola derrota, en la Confecup,
donde no pudo contar con Iniesta y apenas con Silva. Quizá haya hecho algún experimento innecesario en algún
momento, pero ha sido con gaseosa. El equipo sigue ahí, el tiqui-taca sigue ahí, la alegría sigue ahí, los jugadores
entran y salen y el funcionamiento no se altera. El equipo gusta y gana, mete goles, no los encaja (Casillas bate
aquí unos récords de imbatibilidad que en el Madrid le resultarían impensables), es un referente en el mundo. Sí,
Del Bosque puede sentirse satisfecho.