A Platini, Ferguson, Wenger y otros dinosaurios del fútbol mundial se les seca la boca criticando
a Florentino Pérez y su chequera de destrucción masiva, un cáncer para el deporte que aman, dicen,
pero callan cuando se habla del expolio global de jóvenes talentos que, tentados por las libras, abandonan
todo por un futuro mejor pagado en los grandes clubes de Londres o Manchester aun antes de saber
el verdadero significado del dinero. ¿Acaso no perjudica esto a los clubes menos pudientes por los que
tanto vela el presidente de la UEFA? Al menos, el Real Madrid los hace ricos.
No ha sido la UEFA sino la FIFA quien ha dado un toque al Chelsea de Abramovich, castigado sin poder fichar
hasta 2011 por la contratación irregular -un robo según el presidente del Lens- del joven Gael Kakuta,
de 18 años, reclutado para el equipo londinense en 2007, con sólo 16 años. Además, el chaval, la víctima,
no podrá jugar durante cuatro meses un partido oficial y deberá pagar una multa de 780.000 euros.