Su paso por Ciudad de México y por el Congreso Mundial del Deporte que allí se celebró fue visto y no visto. Respondió a su apodo, ‘Relámpago’, con una visita corta pero intensa: sesión de preguntas de alrededor de una hora con unos 300 invitados que habían pagado entre 100 y 180 euros para departir con Usain Bolt, el velocista más rápido del planeta; una corta rueda de prensa y posado con sombrero y sarape de color rojo rematado por un corto bailoteo con una estudiante mexicana. También degustó la cocina local, en concreto, los populares tacos al pastor (tortilla con carne de cerdo condimentada con picante).
Bolt tiene claro que la altitud de la capital mexicana es una condición excepcional para batir récords. Situada a más de dos mil cuatrocientos metros sobre el nivel del mar, la capital azteca fue testigo de récords mundiales en 100 y 200 metros, durante los Juegos Olímpicos de 1968, de la mano de Bob Beamon. “Si puedo correr 9.58 a nivel de mar, sería muy interesante intentar una nueva marca en México, quizá 9.40, y en los 200, 19 segundos”, espetó. El jamaicano no se considera “un superdotado” y cree que los velocistas de su país han destacado “porque hay talento para este deporte, como en México hay talento para el fútbol”.
No recomienda “copiar modelos. Yo simplemente corrí desde niño”, explicó un Bolt que asegura que, ante cualquier competición, no se prepara “de manera específica. No hago nada, simplemente me centro en lo que debo hacer porque para mí la carrera más importante es siempre la próxima”, confesó el atleta de 23 años, que cuando entra en la pista “corro lo mejor que puedo, nunca pensando en un récord”.
Sobre sus planes, los deja por entero en manos de su entrenador, que es quien diseña cada campaña. Lo que sí tiene muy claro Usain Bolt es que trabajará para llegar a Londres 2012 en la mejor forma posible. “Quiero concentrarme en mis pruebas, donde hay quienes quieren ganarme. Yo quiero ser leyenda”, espetó.