Un Frankfurt bien posicionado estaba desquiciando al Bayern, pero
el míster sacó toda la pimienta de la banca para remontar el tanto de
Alex Meier. El revulsivo fue Robben, que anotó el empate, pero la clave
fue meter a Van Buyten de delantero centro. El belga anotó, de cabeza,
el tanto decisivo.
"Ha perdido el juicio", dijo alguien en la grada al ver que Louis Van Gaal quitaba a Miroslav Klose (delantero centro), con su equipo empatando 0-0 ante el Frankfurt.
"Es un demente", concluyó la mayoría de los presentes en el Allianz Arena cuando ese mismo entrenador, con su equipo igualando 1-1 al minuto 87 de partido, decidía quitar a Luca Toni (el otro delantero centro) para meter a Martín Demichelis, un marcador central.
Pero resulta que esos dos movimientos -locamente maestros- acabaron por dar una victoria francamente increíble al Bayern, tal y como se estaba dando el partido ante el Frankfurt. Lo que se celebró, largamente, no fue el triunfo en sí. Sino cómo se ha logrado. Con un caracter épico que el Bayern pareció forjarse adrede, metiéndose en un berenjenal ante un equipo correcto, pero nada más.
Pero así están las cosas hoy día en la gran Casa Bávara. Nada resulta sencillo. De los cuatro partidos previos en casa por la Bundesliga, sólo se ganó uno con holgura (al Wolfsburgo), y en los otros tres hubo que sufrir, incluso para empatar dos de ellos.
Y sí, se sigue manteniendo esa racha nefasta, absurda y ridícula
para un equipo que quiere ganarlo todo este curso. El Bayern sigue sin poder abrir la lata antes de los 25 minutos de partido. Hoy no sólo arrancó dormido, sino que la siesta casi le acaba por costar una nueva derrota.
El Frankfurt, que salió temeroso y a verlas venir
en el Allianz, se dio cuenta de que podía rascar algo interesante por
lo poco que le complicaba su rival. Thomas Müller no surtió efecto como
enlace, y en punta, a Miroslav Klose y Luca Toni apenas si les llegaba
el balón. Lahm y Pranjic no pesaban desde los laterales y el juego del
Bayern era espeso. Exasperante para sus aficionados.
De hecho, sólo una ocasión clara de Luca Toni despertó a la grada del letargo, aunque el azzurro remató al cuerpo del meta Nikolov (m.23).
A partir de allí hubo unos buenos minutos del local, a pura presión,
pero Toni se quedó otra vez con las ganas viendo cómo el palo escupía
un remate suyo (m.43).
Tras el descanso, Bastian Schweinsteiger, que cada vez pesa menos en
el área rival cuando juega con el Bayern, mandó apenas afuera un remate
a la mediavuelta (m.53), y a partir de ese momento se desató una locura de partido. Pasó absolutamente de todo.
El gol del Frankfurt, por ejemplo (m.60), con un pase al claro de Ochs, a las espaldas del siempre generoso Phillip Lahm. Alex Meier lo cambió por gol (tercer tanto esta campaña), y la cara de Van Gaal comenzó a desfigurarse en la banca. Salía humo de su cabeza. Tanto había trabajado este paertido en su libreta para que nada saliera bien. Sólo los cambios podrían salvarle.
Y los metió, claro. A tiempo, además. El primero, Mario Gomez por un Anatoly Tymoschuk que no logra hacer pie entre tanta histeria generalizada que transmite este Bayern. El segundo, Arjen Robben por Klose, cuando los hinchas bávaros comenzaban a creer que su entrenador había perdido la cabeza.
Pero Robben justificó muy pronto la apuesta de Van Gaal. Empató el partido a los 69 minutos, tras una jugada tonta entre el central Chris y el meta Nikolov, que saltó con miedo ante Gomez y dejó el balón suelto a los pies del holandés (1-1).
Y luego de una última ocasión de Toni, con cabezazo que atrapó Nikolov, Van Gaal sacrificó al italiano para meter... a Demichelis. ¡Un defensa central por un punta, con tu equipo empatando en casa ante el Frankfurt! Parecía una broma del mal gusto.
Pero lo que hizo Van Gaal fue mandar al área rival a los casi dos metros de altura de Van Buyten, artilugio que ya había posibilitado una victoria in extremis (en el derbi frente al Nuremberg, 2-1). ¿Y qué hizo el central belga? Pues anotar otra vez el 2-1, a dos minutos del final, tras un centro de Lahmpeinado por Müller.
Había que ver la cara de Van Gaal. Se dio la vuelta, mirando a todo el palco del Allianz, llevándose un dedo a la sien. No para dispararse, sino para recordar a los hinchas que el Bayern tiene a un míster que parecerá loco. Pero de tonto no tiene un pelo