Sin Eliyahu, Herrmann, Oleson y Marcelinho en el Baskonia, el triunfo madridista parecía cantado, y se cantó: 20 puntos de ventaja antes incluso de acabar la primera parte. Además de las bajas vitorianas, los de Messina presentaron una cara el doble de atractiva que la de hace un par de días en Alcobendas, frente al Fuenlabrada.
Las lesiones no lo justifican todo, porque los de Ivanovic ni siquiera aguantaron el primer cuarto, con un quinteto para dar batalla: Ribas, English, San Emeterio, Teletovic y Splitter. Luego, sí, tierra quemada, apenas tres suplentes y algunos sin puesto fijo en el equipo. Faltaba mentalidad en el defensor del título, al menos, tratar de competir, defensa. Como la que se vio en la reanudación, con amago de remontada (42-53) finiquitada con un triple de Velickovic.
Retrocedamos a la puesta en escena, cuando Prigioni se comió a Pau Ribas con nueve puntos de carrerilla: 9-18. Lección del maestro de esgrima al aprendiz que aspira a sustituirle en la capital alavesa.
El Madrid gustaba en ataque, con cuatro jugadores abiertos detrás de la línea de tres -a ratos con dos pívots tiradores a la vez: Garbajosa y un destacado Hervelle-. Siempre creando espacios, con movilidad y pases continuos. La guinda la puso una entrada a aro pasado de Sergio Llull tras una triple combinación de vértigo: 23-45, minuto 19.
Al descanso no había partido, aunque el Baskonia puso vergüenza torera mientras Messina rotaba y rotaba. Dio minutos a Vladimir Dasic, que tendrá los justos esta campaña, y al temporero, Cheikh Samb, chapa aquí chapa allá.
Del Baskonia, sin cuatro de sus titulares, no se pueden extraer conclusiones. Del Madrid, sin Lavrinovic ni Van den Spiegel, alguna más. Con Prigioni y Llull de comandantes tiene dos velocidades y correrá; quizá le falte en la pintura el músculo del azulgrana Ndong y el salto de Fran Vázquez, pero sus grandes tienen talento e inteligencia. El baloncesto, como el fútbol, también apunta a duopolio Madrid-Barcelona. Hoy, de momento, primer título en juego, la Supercopa.